El hígado graso es una de las enfermedades hepáticas crónicas más comunes a nivel mundial.
Aunque suele avanzar de manera silenciosa, puede afectar el bienestar diario con síntomas como fatiga intensa y molestias físicas.
En la mayoría de los casos, se puede revertir incorporando hábitos de vida saludables.
¿Qué es el hígado graso?
El hígado graso sucede cuando este órgano acumula más grasa de lo normal dentro de sus células (superior al 5%). También es conocida como esteatosis hepática.
El hígado es un órgano esencial encargado de filtrar la sangre, metabolizar nutrientes, almacenar energía y eliminar toxinas.
Este exceso lipídico en el hígado aparece cuando se rompe el equilibrio entre:
- La cantidad de grasa que llega al hígado.
- La capacidad del hígado para metabolizar dicha grasa.
- La grasa que el hígado logra sacar al torrente sanguíneo
- Cuando alguna de estas etapas falla, la grasa se acumula.

Causas y factores de riesgo
La acumulación de grasa en el hígado puede tener varias causas, a veces no del todo claras, y suele estar relacionada con condiciones de salud que afectan su funcionamiento.
Se clasifica en dos tipos:
- Si no está vinculada al alcohol, se llama EHGNA (esteatosis hepática no alcohólica).
- Cuando aparece por consumo excesivo de alcohol, se considera hígado graso alcohólico.
Factores de riesgo más importantes
Sobrepeso u obesidad, especialmente cuando existe grasa abdominal.
Resistencia a la insulina o diabetes tipo 2, que favorecen la acumulación de grasa en el hígado.
Niveles altos de lípidos en sangre: colesterol elevado y/o triglicéridos altos.
Presión arterial alta o presencia de síndrome metabólico.
Otros factores de riesgo que pueden causar hígado graso
- Beber alcohol de forma constante o en grandes cantidades, en el caso del hígado graso alcohólico.
- Pérdida de peso muy rápida, que puede alterar el metabolismo del hígado.
- Cirugía bariátrica, especialmente el bypass gástrico.
- Uso de ciertos medicamentos, como corticoides, tamoxifeno, metotrexato, amiodarona o algunos antirretrovirales.
- Enfermedades metabólicas o endocrinas, como hipotiroidismo, hipopituitarismo o síndrome de ovario poliquístico.
- Trastornos digestivos crónicos, como enfermedad celíaca o enfermedad inflamatoria intestinal, en algunos casos.
- Infecciones virales, como hepatitis C.
- Factores genéticos o antecedentes familiares.
- Sedentarismo
- Dietas altas en azúcares y grasas saturadas.
Síntomas del hígado graso
La mayoría de los casos de esteatosis simple son asintomáticos, porque la acumulación de grasa no altera aún la función hepática.
Complicaciones posibles del hígado graso
Si bien las etapas iniciales del hígado graso suelen ser reversibles, cuando no se tratan a tiempo pueden progresar y generar complicaciones graves.
Inflamación o fibrosis hepática
Si la grasa acumulada provoca inflamación o fibrosis continua en el hígado, algunas células pueden dañarse.
Con el tiempo, el hígado responde con un proceso de cicatrización llamado fibrosis. Si esa cicatrización progresa, reduce la capacidad del hígado para funcionar correctamente.
Insuficiencia o cáncer de hígado
En casos graves, la fibrosis puede volverse irreversible y desembocar en cirrosis, lo que implica incapacidad del hígado para cumplir sus funciones.
Esto, a su vez, puede derivar en complicaciones graves como:
- Acumulación de líquidos en el abdomen
- Várices en el esófago (riesgo de sangrado)
- Insuficiencia hepática
- Sobrecarga del bazo
- Confusión
- Cáncer de hígado
Diagnóstico de hígado graso
Detectar el hígado graso puede no ser sencillo si no hay síntomas. A menudo se sospecha cuando aparecen alteraciones en exámenes de sangre o en pruebas hepáticas realizadas por otro motivo.
Exámenes para evaluar la función hepática y detectar daño
Análisis de sangre para medir enzimas hepáticas, lípidos, glucosa, etc.
Estudios de imagen: ecografía abdominal, tomografía (TAC) o resonancia magnética (IRM).
Si hay sospecha de inflamación o fibrosis: biopsia hepática.
Tratamiento del hígado graso
Hasta el momento, no existe un medicamento aprobado específicamente para tratar el hígado graso no alcohólico; el tratamiento de primera línea son los cambios en el estilo de vida, junto con control médico regular.
Cambios en el estilo de vida y alimentación
- Adoptar una dieta saludable: rica en frutas, verduras, cereales integrales y grasas saludables, evitando grasas saturadas, alimentos ultraprocesados y excesos de azúcares simples.
- Evitar bebidas azucaradas.
- En caso de hígado graso por alcohol, evitar el consumo excesivo de alcohol.
- Mantener un peso saludable o, si hay sobrepeso/obesidad, reducirlo de forma gradual.
- Realizar actividad física con frecuencia.
Control médico y seguimiento especializado
Es importante seguir las indicaciones del médico o especialista.
En casos específicos, se pueden considerar algunos medicamentos, como vitamina E o pioglitazona, solo bajo estricta supervisión médica.
Monitorear la salud hepática mediante análisis periódicos.
Si existen signos de inflamación significativa o sospecha de daño hepático, llevar a cabo pruebas más específicas, como una biopsia hepática.
Prevención y cuidado del hígado
Prevenir el hígado graso es posible cuidando el estilo de vida:
- Llevar una alimentación equilibrada: priorizar frutas, verduras, granos integrales.
- Moderar azúcares y grasas saturadas; evitar ultraprocesados.
- Mantener un peso saludable, evitando la obesidad y el sobrepeso.
- Practicar actividad física de forma regular.
- Reducir el consumo de alcohol. Si es posible, evitarlo por completo.
- Realizar controles médicos periódicos, sobre todo si se presentan factores de riesgo.