Disautonomía

Disautonomía: síntomas, causas y tratamientos

Desórdenes y Enfermedades

Temas: portada red salud

La disautonomía es un trastorno que afecta el sistema nervioso autónomo. Esta condición puede impactar la calidad de vida de quienes la padecen, generando síntomas que afectan el día a día. 

Es importante entender sus efectos, causas y las opciones de tratamiento disponibles para tomar decisiones informadas y buscar apoyo adecuado.

¿Qué es la disautonomía?

La disautonomía es un trastorno que afecta a una función del sistema nervioso llamado autonomía, que regula funciones involuntarias del organismo como la frecuencia cardiaca, la presión arterial y la temperatura corporal. Controla funciones esenciales sin que las personas sean conscientes de ellas.

Cuando este no funciona correctamente, puede generar alteraciones en la regulación de estas funciones vitales. Lo que puede traducirse en episodios de mareos, fatiga o desmayos, y en general, un impacto en la calidad de vida de quienes lo padecen.

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Causas de la disautonomía

La disautonomía puede originarse por alteraciones en el sistema nervioso autónomo o enfermedades que afectan su funcionamiento. Estas condiciones impiden que el cuerpo regule adecuadamente funciones como la presión arterial o la frecuencia cardiaca. Principales causas:

  • Trastornos autoinmunes: lupus, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, Guillain-Barré.
  • Enfermedades metabólicas: diabetes, hipotiroidismo, enfermedad de Addison.
  • Enfermedades neurodegenerativas: Parkinson, Alzheimer.
  • Deficiencias nutricionales: falta de vitamina B12 o E.
  • Enfermedades digestivas crónicas: celiaquía, Crohn, colitis ulcerosa.
  • Infecciones: VIH.
  • Neurotoxicidad: Daño nervioso post quimioterapia o uso prolongado de ciertos fármacos.
  • Factores hormonales y genéticos: Especialmente en mujeres jóvenes.

Factores como el calor, alcohol, emocionalidad intensa o estar mucho tiempo de pie pueden agravar los síntomas en personas con disautonomía.

Tipos de disautonomía

En términos generales, la disautonomía se clasifica en dos grandes tipos: primaria y secundaria, según si está asociada o no a una enfermedad subyacente.

Disautonomía primaria

Se presenta sin una causa externa identificable. Puede tener origen genético o surgir de forma espontánea, sin relación con otras patologías. Un ejemplo es la disautonomía familiar, una forma hereditaria poco frecuente que afecta principalmente a personas de ascendencia judía asquenazí. 

Otra variante es la disautonomía idiopática, cuando no se logra determinar una causa específica.

Disautonomía secundaria

Aparece como consecuencia de otras enfermedades o condiciones médicas que alteran el funcionamiento del sistema nervioso autónomo. Es más frecuente que la forma primaria y suele diagnosticarse en personas con patologías crónicas.

Muchas de estas condiciones ya fueron descritas en la sección de causas. Algunas, como la diabetes, pueden provocar neuropatía autonómica, afectando directamente los nervios responsables de las funciones involuntarias del cuerpo.

Síntomas de disautonomía

La disautonomía afecta funciones automáticas del cuerpo, por lo que sus síntomas son variados y, a veces, difíciles de asociar. Pueden fluctuar en intensidad y aparecer de forma intermitente. Algunos de los más comunes son:

  • Mareos, desmayos o vértigo al ponerse de pie.
  • Palpitaciones o ritmo cardíaco irregular.
  • Fatiga crónica y debilidad general.
  • Sudoración anormal (en exceso o muy poca).
  • Problemas digestivos, como náuseas o estreñimiento, deposiciones líquidas.
  • Intolerancia al calor, al ejercicio o a cambios de temperatura.
  • Alteraciones cognitivas, como “niebla mental”.
  • Trastornos del sueño y cambios en el estado de ánimo.

Si estos síntomas ocurren de forma persistente, es importante consultar a un especialista para descartar disautonomía u otras condiciones.

¿Cómo se diagnostica la disautonomía?

Detectar la disautonomía puede ser un desafío, ya que sus síntomas suelen confundirse con otras condiciones. Por eso, es fundamental una evaluación médica completa que permita entender qué está ocurriendo en el cuerpo.

Una de las pruebas más comunes es el test de la mesa basculante (tilt test), que evalúa cómo responde la presión y el ritmo del corazón al pasar de estar acostado a casi de pie. El que puede ser realizado en Clínica RedSalud Vitacura.

Según los resultados, se puede clasificar el tipo de disautonomía y definir el tratamiento. Además, el equipo médico podría solicitar:

  • Un electrocardiograma (ECG) o una revisión neurológica.
  • Pruebas de sudoración o respuesta pupilar.
  • Exámenes de sangre, especialmente si se sospechan enfermedades autoinmunes o deficiencias vitamínicas.

Contar con un diagnóstico claro es el primer paso para sentirse mejor y retomar el control de tu salud.

Tratamiento para la disautonomía

Aunque no existe una cura definitiva, la disautonomía puede manejarse con estrategias que alivian los síntomas y mejoran el bienestar. Las recomendaciones más frecuentes incluyen:

  • Buena hidratación y, si el médico lo indica, mayor consumo de sal.
  • Alimentación regular y sin ayunos prolongados.
  • Actividad física suave, como caminatas o yoga.
  • Uso de medias de compresión y evitar alcohol o calor extremo.

En algunos casos, se recetan medicamentos para controlar la presión arterial o la frecuencia cardiaca. Si hay una causa autoinmune, pueden indicarse tratamientos específicos.

El apoyo psicológico también es importante, especialmente para reducir el impacto del estrés.

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