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Si bien una alimentación saludable permite obtener todos los nutrientes que tu organismo necesita, también es clave reducir aquellos componentes que favorecen el desarrollo de enfermedades.
Por eso, un plan de nutrición debe incluir alimentos y líquidos, en cantidades y presentaciones adecuadas, según el momento nutricional que estés viviendo y los objetivos que desees lograr. Es decir, una nutrición saludable es distinta para un niño, un adolescente, una embarazada o un adulto mayor; también es diferente entre aquellas personas que deseen perder peso y quienes deseen subir unos kilos.
• Prefiere productos frescos.
• Consume proteínas magras (bajas en grasa) como la carne blanca, pescados y huevos.
• Consume granos integrales ya sea en forma directa o sus harinas.
• Evita los productos altamente calóricos, como snacks procesados y alimentos altos en azúcar.
• Procura que la mitad de tu plato esté ocupado por vegetales verdes.
• Elige aceites como los que provienen del maíz, oliva soya y girasol.
• Reduce el consumo de lácteos enteros como mantequilla, helado o yogurt que no sea descremado.
• Prefiere los platos a la plancha o asados y evita las frituras.
• Reemplaza todos los dulces que comes durante el día por frutos secos, frutas y verduras.
• Respeta las porciones sugeridas para cada alimento, así como su frecuencia semanal de consumo.
• Consume suficiente líquido. Idealmente, más de ocho vasos de agua al día.
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